Un nuevo escenario en el sector financiero
Es evidente que, en el contexto financiero y tecnológico actual, el sector bancario tradicional se está viendo obligado a replantearse sus objetivos, diversificando su base de clientes para crear líneas de negocio más rentables sin dejar de gestionar el riesgo de forma eficaz.
Ewen Fleming, líder del grupo de servicios financieros de MOORE Global a nivel mundial, posee una gran experiencia en banca y una amplia visión del sector financiero internacional gracias a la perspectiva que permite la red global de MOORE. Con estos conocimientos, ha desglosado en un reciente artículo algunos de los cambios a los que se enfrenta la banca tradicional en el momento actual.
Banca tradicional vs Fintech
En su análisis, Fleming destaca que en los últimos cinco años hemos visto más innovación en el sector financiero que en los cinco siglos anteriores, y ha quedado claro que muchos de los actores tradicionales no están preparados para el nuevo orden mundial.
Las denominadas fintechs, o empresas emergentes de tecnología financiera, ofrecen nuevos productos y servicios a través de tecnología móvil que han revolucionado las antiguas convenciones bancarias hasta el punto de que la esencia misma de lo que debe ser un banco está en debate, y continúan su rápida evolución en este sentido.
Parece que las compañías tradicionales están perdiendo la batalla frente a las tecnológicas, ya que las entidades financieras no bancarias suelen conseguir de media una valoración que multiplica por 1,3 su valor “real”, mientras que a los bancos tradicionales les cuesta conseguir valoraciones por encima de su estricto valor contable porque tienen demasiado capital en un sector de bajos márgenes.
Además, los bancos tradicionales tienen unos costes fijos muy elevados entre los que sobresalen las redes de sucursales y las plantillas de atención al cliente que, según Fleming, suelen ser más elevadas de lo necesario porque los procesos son ineficientes y no están totalmente automatizados.
A esto hay que añadir que, según el último Global Banking Review de la consultora McKinsey, el 51% de los bancos de todo el mundo tienen una rentabilidad sobre los fondos propios inferior al coste de los mismos.
Por su parte, las fintech más punteras han utilizado la mayor parte de su inversión de capital en el desarrollo de la inteligencia artificial (IA), el aprendizaje automático y el análisis de datos sofisticados para desarrollar aplicaciones para los usuarios de teléfonos inteligentes.
Si en el pasado la cuenta corriente representaba el punto central de todas las transacciones de los clientes, hoy en día son los teléfonos inteligentes y las carteras digitales el principal punto de contacto entre los consumidores y sus entidades financieras. Estas transacciones generan una gran cantidad de datos procesables pero a menudo se dispersan entre varios proveedores de servicios financieros, en lugar de dirigirse a un único gestor.
La alternativa del sector bancario
No se puede negar que los bancos también se encuentran entre los mayores actores tecnológicos del mundo, pero ¿por qué no pueden enfrentarse a las fintechs y desarrollar aplicaciones que cambien el modelo?
Ewen Feliming señala que, aunque a primera vista puede parecer que los bancos parten con ventaja, una gran parte de su infraestructura informática subyacente pertenece a otra época, y dependen cada vez más de las grandes empresas tecnológicas para proporcionar sus servicios en la nube.
Una de las consecuencias de que todos los bancos utilicen sistemas que han evolucionado más o menos de la misma forma durante décadas es que todos acaban teniendo más o menos la misma oferta para los clientes.
El director de servicios financieros de MOORE Global señala que, para que los bancos tradicionales optimicen sus inversiones y se diferencien de sus rivales, deben seguir a las fintechs en el camino de la integración de la inteligencia artificial y el análisis de datos en sus sistemas de back-office.
De esta manera, los actores tradicionales podrán detectar más fácilmente las franjas de mercado en las que podrían aumentar su «cuota de cartera»: aquellas líneas de negocio en las que tienen una fuerte posición en el mercado o en las que identifican el potencial de crecimiento a través de la innovación tecnológica.
Para ello, los bancos necesitan socios informáticos que carguen con el peso de la infraestructura tecnológica y conseguir así más libertad para centrarse en el desarrollo de nuevos productos y servicios online.
Por otra parte, el elemento diferenciador de las sucursales bancarias, que siguen siendo una gran herramienta de marketing a pie de calle, debería reconvertirse en centros de asesoramiento comunitario o empresarial, en función de la demografía local: asesoramiento de inversiones personalizadas en las zonas más prósperas y educación financiera y créditos asequibles en las zonas más humildes. A esto se suman otras tendencias como el denominado WFB (Working from Bank) que permite a los emprendedores utilizar las oficinas bancarias como espacio de trabajo.
La red internacional de MOORE Global, presente en más de 100 países y con más de 30.000 profesionales especializados, permite a las firmas miembro de la red una amplia visión de la situación y evolución de todos los sectores empresariales, lo que permite apoyar y asesorar a sus clientes de acuerdo a las tendencias del mercado a nivel local e internacional.